El crecimiento económico que vive el país no posee redistribución ni desarrollo social, y sólo beneficia casi exclusivamente a la voracidad de las transnacionales y el gran capital nacional. Este «crecimiento», se impulsa sobre la base de la sobre explotación de los trabajadores y la corrupción gubernamental. La política de García ha profundizado las desigualdades sociales, no le entereza la educación ni la salud, depreda los recursos naturales, atenta contra la soberanía nacional e incluso el equilibrio ecológico, empujando a la marginalidad y al exterminio a las comunidades nativas de la sierra y selva.
La corrupción ha estallado en la cara del gobierno. Los dos secretarios generales del APRA estan comprometidos: Omar Quesada con el tráfico de terrenos de COFOPRI y Jorge del Castillo esta acusado de favorecer a empresas petroleras. Ahora hipócritamente Alan García pretende tomar distancia, haciendo teatro, como lo hizo cuando fue descubierto el caso de Rómulo León, o Crousillat.
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